martes, 16 de febrero de 2021

Who taught you to lie like that?

Tienes toda la pinta de que me vas a destrozar la vida.
De que te vas a meter en todos mis huecos vacíos y los vas a llenar de veneno.
Solo para ver si me muerdo a mi misma.
Porque para ti nunca hubo mayor satisfacción que verme caer, incluso desde el principio.
Tienes esa manera de hacerme venir a por la última dosis, siempre haciéndome creer que es la final.
Y es en ese momento en el que me doy cuenta de que por mi mente solo inunda un pensamiento.
Aráñame.
Aráñame, te pido.
Aráñame, el alma, la espalda, la vida.
Y se hace más intrusivo cuando pones tu mano en mi garganta y juegas con mi vida como si fuese una muñeca.
Se convierte en mi único pensamiento cuando te encajas en el hueco de mi clavícula y muerdes tan fuerte que dibujas hilos de sangre.
Y entonces me pierdo en cada herida que nos hemos hecho.
Porque creo que eso me atará a ti lo suficiente para que no te vayas esta noche.
Engañándome a mi misma con el recuerdo de tu sombra dibujada en mi pared.
Creyendo oler tu perfume en mi almohada y ahogándome en el océano que dejas.
No sé si duele más tu ausencia o tu presencia.
Porque cuando no estás el hueco se clava más que el veneno que me lanzas.
Pero cuando estás las heridas que infliges arden más que vivir en mil infiernos.
Aunque, sin duda, lo que mas duele es la esperanza que depositas en cada beso,
la misma por la cual yo caigo como una ingenua pensando que, finalmente, esa noche serás mío.
Solo para despertarme al lado de un hueco frío.
Para consumirme en los kilómetros que componen tu espalda.
Y una vez más me engañas con tu mejor truco de magia y desapareces.
Dejas que mis manos te busquen en el ártico que dejas a las tres de la mañana,
cuando crees que tus pasos son tan ligeros que no los oigo.
Pero eres tú quien no oye el río que nace de mis ojos.
O no lo quieres oír.

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